¿Cómo saber si hiciste las cosas bien?

29 de septiembre del 2021 | en:  Organiza tu vida, Tiempo para ti

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Tiempo de lectura: 4 min.16 seg.


Uno de los miedos más grandes (al menos de las perfeccionistas como yo), es no hacer bien las cosas.

No sé si hay un tema más escabroso que El Miedo en este complicado asunto que es vivir. Si lo hay, en este momento no se me ocurre ninguno. (Ciertamente, es de los temas que más me piden para el blog). Esta semana en La Comunidad, por petición popular, voy a hacer una transmisión en vivo con el tema: ¿Cómo enfrentar tus miedos?

Creo que el interés en el tema (al menos en cuanto a mi blog respecta), surgió cuando empecé a hablar sobre “los tres miedos que esconde tu agenda sin que te des cuenta” o, más recientemente, “los tres miedos que te llenan de pendientes”.

—Miedo a decir que no, miedo a quedar mal, miedo a no ser suficiente—.

Claro que esos tres no son los únicos miedos que “se esconden en tu agenda”. (Cuando digo que “se esconden en tu agenda”, me refiero a que te complican el día a día). Como mencionaba al principio, otro de esos miedos es no hacer las cosas bien.

“Hacer las cosas bien” es muy subjetivo. Lo que para alguien está bien, para alguien más no lo está. Depende de las circunstancias, del contexto, de cada persona. Por eso, muchas veces volteamos “hacia afuera” para saber si “hicimos algo bien”.

Buscamos la validación externa: una opinión positiva, un cumplido, una palmada en la espalda, una felicitación, un reconocimiento, un diploma, una estrellita en la frente. No importa la forma que tome; para las perfeccionistas como yo, la validación externa es el metro perfecto para medir el valor de nuestras acciones; o peor, de nuestra persona.

Si bien la validación externa es no sólo importante, sino necesaria, nadie debería DEPENDER de ella.

Fotografía de Yaroslav Shuraev

Pero si “hacer las cosas bien” es algo tan subjetivo y no podemos simplemente buscar la respuesta en los demás, ¿cómo podemos saber si nos hemos equivocado? ¿cómo encontrar la confianza en nosotras para valorar nuestras acciones, nuestro trabajo, nuestra persona?

En su manual de escritura Steering the Craft, Ursula K. Le Guin dice lo siguiente:

“Al final de cuentas, escribes sola. Al final de cuentas, tú y sólo tú puedes juzgar tu trabajo. Juzgar que un trabajo está completo —esto era lo que buscaba hacer y estoy dispuesta a defenderlo— sólo puede hacerlo la escritora, y sólo puede hacerlo correctamente la escritora que ha aprendido a leer su propio trabajo”

Le Guin habla sobre el oficio de escribir, pero sus palabras pueden aplicarse a la vida. “Tú y sólo tú puedes juzgar tu vida”; eso lo sabemos (y se los digo todo el tiempo); pero la frase que quiero resaltar es la siguiente:

Esto era lo que buscaba hacer y estoy dispuesta a defenderlo.-

Esa es la manera en la que Le Guin define lo que es un trabajo “completo”; es decir, un trabajo que, a tu juicio, no requiere más cambios ni correcciones. Hablando en términos de escribir, “un trabajo completo” es el que ya podría imprimirse.

Vamos a analizar la frase por partes y, en lugar de pensar en un texto, pensemos en ese algo que hicimos y queremos saber si hicimos bien.

1. “Esto era lo que buscaba hacer”.

Dicho en otras palabras, “esta era mi intención” o “este era mi objetivo”. No se trata de juzgar un resultado arbitrariamente, sino en función del objetivo que perseguías. La primera pregunta que hay que hacerse es ¿Por qué?

¿Por qué quiero hacer ese cambio, tomar esa decisión, hacer ese proyecto de esa manera o aconsejar eso a mi amiga? ¿Cuál es el objetivo que busco, mi intención? ¿Qué es lo que espero que pase?

Y entonces,¿El resultado que obtuve cumplió mi objetivo o intención de la mejor manera posible, de acuerdo a los recursos o información que tenía en el momento?

Hay que acordarse de que nunca va a existir un resultado perfecto. Tomando las palabras de Le Guin, incluso “un trabajo completo” puede mejorarse después. El mismo manual Steering the Craft se volvió a publicar con cambios años después de su publicación original. El chiste no es obtener el resultado perfecto, sino un resultado que cumpla lo que buscabas.

Fotografía de Yaroslav Shuraev

2. “Estoy dispuesta a defenderlo”.

Lo que me gusta (en general del enfoque de Le Guin), es que ninguna de sus afirmaciones implican que un “trabajo completo” sea un “trabajo perfecto”: no niega que haya espacio para cambios, mejoras o diferentes puntos de vista; que estés dispuesta a defender tu decisión/acción simplemente significa que sabes que actuaste de la mejor manera posible bajo las circunstancias en las que te encontrabas. Dada la oportunidad de hacerlo otra vez bajo las mismas circunstancias, tomarías la misma decisión/acción.

Esa confianza en tus acciones y tus decisiones es la que te permitirá “aplaudirte solita” en lugar de depender de los aplausos de otros.

Si la confianza en ti misma es algo con lo que batallas, échate la mano poniendo atención al primer punto que discutimos: el por qué. Sé consciente del por qué de las decisiones que tomas: sean trascendentales decisiones de vida o decisiones pequeñas de la vida cotidiana (como la qué película vas a ver el viernes).

Tus “porqués” no tienen que ser siempre trascendentales. La razón de una decisión puede ser simplemente “porque quise”. El chiste es que tengas eso claro (y tengas la confianza de defenderlo).

Como último punto, quiero recordar la última frase del párrafo de Le Guin:

“Juzgar que un trabajo está completo —esto era lo que buscaba hacer y estoy dispuesta a defenderlo— sólo puede hacerlo la escritora, y sólo puede hacerlo correctamente la escritora que ha aprendido a leer su propio trabajo”.

Conócete. Aprende a “leerte”. Sé consciente de quien eres y lo que quieres. Sólo así podrás desarrollar la confianza necesaria para “auto-aplaudirte”.


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